Mujer: trabajadora, militante de Hermandades del trabajo, consagrada a Dios y a los demás, alegre con la habilidad de contagiar su alegría.
Al hablar de Amalia Sierra no puedo hacerlo desde la tristeza porque los que la hemos conocido y tratado la recordamos por su alegría y sentido del humor.
Por eso yo voy a contar mi experiencia vivida con Amalia hace algunos años.
Cuando llegué a Hermandades del Trabajo tuve la suerte de colaborar en una de las actividades estrella del Movimiento, las Colonias Infantiles de verano. En el año 1967 comenzó a funcionar la Residencia de verano “la Pineda” en Salou, Tarragona (inaugurada por el Arzobispo Mons. Arriba y Castro), con una capacidad de 400 plazas, para ser ocupadas por niños y niñas, hijos de trabajadores. Mi misión en aquel momento era formar equipo con Amalia en la administración de la Residencia, delegada de la administración general del Centro de HHT de Madrid.
Fue una experiencia inolvidable, en la que disfrutábamos trabajando y nos sentíamos con el coraje suficiente para llevar a cabo la tarea que suponía la gran familia que formábamos, aquello merecía la pena. Recuerdo las compras con la Furgoneta Citroen 2cv en el mercado de Reus,
compras para que la logística de la casa funcionara, montar el equipo de cocina, la fábrica de chocolates y las tiendas donde nos surtían las viandas para las meriendas de los niños etc. Todo esto en un ambiente en que nos reíamos por todo y, después de la comida del equipo, la sobremesa se alargaba hasta la hora de las meriendas que, junto con los monitores, ayudábamos a preparar a las trabajadoras de la cocina. También nos tocaba ir con Honorato, chico para todo, con la 2 CV al hospital de Sta.
Tecla a Tarragona cuando había algún pequeño o no tan pequeño accidente, que solía ser frecuente.